Sirva este artículo de denuncia ante la irrealidad cotidiana en que nos movemos los españoles en el día a día. En el engaño perpetuo de la hora oficial que nos descoloca, aun más si cabe, tanto respecto de la naturaleza como de los usos y costumbres. El país donde menos se duerme y donde menos cunde el tiempo.
El horario de verano es llover sobre mojado para aquellos lugares que ya en invierno están fuera de cacho. Durante medio año, salvo las partes grises, ninguno se adecúa al sol. Aun en el caso de que el horario de verano fuera bueno lo sería para las partes rosadas.
Sirvan de ejemplo las ciudades de Vigo (Galicia española, no la de los Cárpatos) y Vranje (Serbia). Ambas están en un paralelo parecido (42º14'N y 42º33'N respectivamente). Sus longitudes varían bastante y las distancian (8.43 Oeste y 21.54 Este). En ambas, cuando se mira la hora oficial al mismo tiempo, se ven las saetas en el mismo sitio. Se debe a que tanto España como Serbia tienen su huso horario para el invierno como UTC+1 y para el verano como UTC+2.
Cuando los relojes oficiales marcan la 1:50 de la madrugada del día 22 de mayo, en Vigo, según su hora civil son las 23:16 de la noche del día 21. La hora civil es la que corrige los minutillos de desfase de la hora solar por la ecuación del tiempo, es decir, la hora verdadera de Vigo, la que verían al mirar el reloj si estuviéramos en el siglo XIX, antes de que en España se impusiera la misma hora para todo su territorio. Mientras, en Vranje, en ese instante son en verdad la 1:16. Esta ciudad serbia lleva un adelanto en verano de 34 minutos la gallega de 2:34 horas. Increíble pero cierto. Analicen y recalculen estas frases: "¡Qué fiesteros somos los españoles, cómo trasnochamos!""¡Qué raros los austriacos que comen a las 12:00" y échense, señores, . . . a llorar.
Zonas horarias de Europa. La zona amarillenta en invierno (GMT+2). Bielorrusia y la vieja Königsberg (GMT+3). Hora moscovita (GMT+4).
Recuerdo una vez en verano en una gasolinera que un conductor de tráiler se enfadó porque el gasolinero le dijo "buenas noches". Los relojes apenas habían pasado de las 2:00. Era por tanto medianoche. El señor se habría levantado a eso de la una (en realidad a las 23:00). Quería descargar en Madrid a las 7:00. Lo que el llamaba madrugón fue más bien una siesta a deshora. Pudo engañarse a sí mismo e incluso a otros pero a quién no engañó su mala uva fue a mí que vi en él la desgracia de las gallinas ponedoras, locas y burladas por las luces artificiales de las granjas.
En invierno la normalidad vuelve para británicos y centroeuropeos